¿Es el Game Pass la solución perfecta para todos los jugadores?

Vivimos en la mejor época para el jugador. Todos los meses tenemos nuevos lanzamientos, prácticamente todos los géneros están muy vivos y existen multitud de plataformas y formas de jugar. Un servicio que ha venido a revolucionar la fórmula de consumir videojuegos ha sido el Game Pass de Microsoft, también conocido como «el Netflix de los videojuegos», un modelo de negocio a priori ideal para el jugón, pero, ¿vale para todo el mundo?

Pagas una cuota mensual y a cambio tienes cientos de títulos disponibles para jugar, incluyendo algunos lanzamientos desde el primer día. Entonces, ¿por qué sólo el 20% de los usuarios de una Xbox tienen el Game Pass si es tan perfecto?

Yo os voy a plantear mi caso, porque esto es un artículo de opinión y es algo muy personal. A mi me gusta empezar un juego y terminarlo, y normalmente suelen ser juegos largos, JRPG, de mundo abierto o algún metroidvania. Son los géneros que más me atraen, aunque no le hago ascos a casi nada. Y lo que más me gustan son los AAA, esos juegos de gran presupuesto que suelen ofrecer experiencias por las que merece la pena invertir más de 40 horas. Lo normal es que con este planteamiento con suerte pueda completar 2 juegos al mes.

A esto le tengo que sumar los dos últimos años que me ha dado PlayStation 4: God of War, Days Gone, The Last of Us 2, Death Stranding… son juegos que parece que han sido diseñados para mi, obras que me han recordado por qué adoro este vicio. En la anterior generación también los tuve: Gears of Wars 3, Fable 2, Alan Wake, Lost Odyssey, Mass Effect o Bioshock son títulos que permanecerán para siempre en esa estantería de «juegos de mi vida».

Así que, a mi lo que me atrae de este vicio es algo muy simple: los juegos. Los juegos buenos. Esos en los que te es imposible soltar el mando durante horas. Habrá quien se lo pase bien sumergido en Fornite, o en multi como Sea of Thieves, pero a mi lo que me apetece es lo que ya os he contado… Y ahí, lamentablemente, el Game Pass tiene poco que ofrecerme. No busco tener mucha cantidad disponible, sino que lo poco que yo pueda abarcar sea de mucha calidad.

Cuando me planteo cual será el siguiente juego en el que voy a dedicar mis pocas horas de ocio disponibles, no me gusta equivocarme, por lo que invierto también tiempo en investigar: leo análisis, veo review o gameplays en YouTube, consulto en Discord a mis amistades… y considero que eso también es parte del vicio, el conocer qué posibilidades hay disponibles y estar informado. Porque normalmente, después me alegro de «haber pasado por caja»: tengo la tranquilidad de que podré volver al maravilloso mundo de Hollow Knight mañana, o dentro de 10 años. Ahí lo tengo, no dependo de ningún servicio que pueda ponerlo o quitarlo en función de sus intereses o acuerdos.

Reconozco que soy un aficionado de la vieja escuela, de esos a los que les gusta mirar su colección y repasar con sólo una mirada años de vicio y diversión viendo las joyas que están ahí en sus cajitas, esperando a volver a ser jugadas algún día. Vuelvo cíclicamente a títulos que me han marcado, y es raro el año en el que no vuelva a pasarme el A Link to the Past, el Chrono Trigger o el Resident Evil 4, y necesito saber que siempre los tendré ahí, independientemente del servicio que esté de moda ahora mismo.

Porque es cierto que el Game Pass asegura muchos títulos, algunos de ellos juegazos, y la comodidad de tener una «infinita» biblioteca en un solo «click»: son las ventajas de «lo digital», pero también tiene sus pegas. Por ejemplo, en el 2.018 Nintendo apagó los servidores de Wii, y todo lo que tuvieras comprado en su tienda virtual se perdió si no lo tenías descargado. Lo mismo puede pasar con Stadia si, como parece que ocurrirá, Xcloud se lo «merienda» en septiembre, pero los juegos físicos seguirán ahí, en tu estantería, recordándote lo bien que te lo hicieron pasar y que cuando quieras, podrás volver a ellos sin depender más que de esa vieja consola que te espera guardada en un cajón.

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